martes, 1 de febrero de 2011


Nos juntamos a dibujar y a mirar por las ventanas de unos balcones muy altos. Algunos escribían, otros cantaban. Todo tenía un sentido. Tomamos el barco. NO fuimos despacio. El tiempo pasa volando, dicen. Unas nenas de tez morena y miradas inquietantes nos pidieron monedas. No querían palabras sino monedas. Eso nos quedó claro.
Una mesa en blanco y negro nos esperó con banquetes. Unos besos ruidosos a lo lejos, tambores en mi estómago.
Pasaron dos días. Sonreímos de ida y de vuelta.
Hoy subo al tren, sin recuerdos. Dos días en la vida son como la misma flor del cactus.

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