martes, 23 de noviembre de 2010
EL
Tiene esa capacidad enorme de volverme real. Tan real, la más real
La chica del vestido rojo es un programa de computación pero "esto es la vida misma" pudo haber dicho, con mejor aceptación, el gran Oscar Wilde.
Mejor en sus labios, siempre.
Tiene esa tendencia marginal a no temer del mundo, a volver brillante el híbrido de alcoholes, a taparme los ojos y subirme a un puente que no está hecho de besos pero me llevan al otro lado...al otro lado de lo que yo misma espero.
Tiene esa entereza débil de quien lo vió todo, menos a sí mismo, escondido debajo de mi pelo
Tiene esa irritabilidad que me causa espasmo y esa forma de mirarme que es la pequeña revolución de una noche oscura, en una casa lejana, como una historia rebelde enfrentada a las marionetas del mundo; incluso a nosotros mismos.
Mejor en sus labios, siempre
J.P
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