lunes, 20 de diciembre de 2010
un sueño
El sueño fue espantoso. Yo caminaba una ruta larga. Tan larga que cabían miles de hombres en fila pero yo iba sola...solísima. Los brazos a los costados. No había carteles y eso no me parecía extraño. Lo extraño no aturdía. Algo ardía en otro lado del cuerpo y había que cargar con éso, nada más. No había ruidos, excepto el de mis pasos cortos y hasta pude oír una lágrima en el pavimento (esas cosas que tienen los sueños) Dos autos pasaron durante la noche -que en toda pesadilla es más oscura- Hicieron luces y siguieron camino. Durante el día : la nada. La nada misma dándole forma a lo que jamás será, en una ruta diseñada por Philip Dick.
Luego de muchas horas: Motel. Un cartel como en llamas y mi vista prendida de cada letra, como aferrándose a algo que nombre ese vacío que ni en sueños deja de ser. Primero la M, tan fantástica y dueña de todo. La O cerrada y ambiciosa. La T insegura, la E miedosa, la L... Cinco letras en rojo que invitaban a parar...pero no a mí y menos a esas horas: Horas de buscar quien sabe qué cosa, que calme lo que la distancia hizo.
Kilómetros, cientos, en absoluta soledad. Cuando faltaba una parada para alcanzar olvido, un auto oscuro, de vidrios negros, frenó y abrió la puerta. Quise subir. El cuerpo desmemoriado se estiró hacia el vehículo pero el contacto de la lengua con lo amargo del viaje fueron capaces de dar la señal: había que seguir. Para llegar, sólo seguir...
Despertarse estuvo bien: mirar al lado, secar el sudor de las manos, abrir la ventana, refregarse los ojos y espiar la ruta... que está ahí nomás
"Es como la fiebre cuando quema" Las Pelotas
http://www.youtube.com/watch?v=GPeiU6RqIjA&feature=fvw
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario