domingo, 9 de enero de 2011
Puentes
Los finales de mis escritos son cada vez más resistidos, más feos. No se me vuelven puentes que me cruzan a donde quiero ir (como lector/a) . Simbólicamente y para morir en la simpleza, podríamos atribuírle la fealdad a la idea de que los finales no suelen ser bellos. No quiero morir, ni ser tan simple, ni simbolizarlo todo. Quiero ensuciarme sin culpa con ese barro en donde juega la pasión y cierta falla eterna. Quiero tirarme en las baldosas aún calientes, después de las 23hs., de ese patio en dónde ver caer estrellas fugaces nos impidió crecer con tristeza.
Quiero ser esta mujer que hoy estoy mirando en cada cosa que toca, en cada boca que besa, en cada espacio que ocupa, en cada credo que jamás rezará.
Quiero disponer de cierta ingeniería para construír ese gran puente soñado, amarillo, seductor, con estos dedos míos que terminan en rojo
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